jueves, 12 de febrero de 2009

DOÑA BERTA, por Leopoldo Alas “Clarín”



Tras la lectura del “Mestizo Vargas”, de Meneses,  cogí de nuevo los libros de “Cecilia Valdés”,'' Doña Berta ” y ''La cabaña del tío Tom'', - en especial este último - para leer sus prólogos  y  conocer, en caso de que allí constase, las críticas hechas a sus autores, pero, principalmente, saber los móviles de su inspiración, que, tal vez, estuvieron en la cruda realidad social que los rodeaba y les impulsó a dejar constancia escrita de su visión. Porque entre estos cuatro autores, Meneses,   Villaverde, Clarín,  y Beecher-Stowe, existe, según creo, un denominador común: su contestación o denuncia de situaciones  graves de injusticia social colectiva, consentidas por los poderes fácticos- político, económico y religiosos- mediante leyes y normas que dan cuerpo de legalidad  y continuidad a una situación beneficiosa, casi siempre económica,  tan sólo para unos pocos. Situación, sin embargo, que para los muchos significa degradación, indignidad y un montón de injusticias.



En el caso específico de Doña Berta la denuncia de Clarín creo se refiere a la usura(*) personificada por un señorón del lugar , notario jubilado, que, amparado por la legalidad oficial, se aprovecha de las necesidades apremiantes de sus convecinos para quedarse con sus propiedades y bienes, por cantidades irrisorias, míseras, mediante contratos legítimos. 20 de noviembre 2001


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9 de agosto de 2014: No era la usura, también abordada por Clarín en esta novela, sino la inconformidad y las penas, incluso de conciencia, de una pobre mujer a la que los suyos frustraron el ejercicio de su  maternidad,  separándola, hurtándole, su hijo.

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