sábado, 11 de julio de 2009

Benito Cereno, de Hermann Melville



Libro 61, de la Colección de Libros RTV-Salvat, del mismo autor de “Moby Dick, la ballena blanca”; y, según se dice en el prólogo, Melville se basó en los escritos de uno de los protagonistas del relato, el capitán de navío, Amasa Delano.



Se trata de un hecho real, acontecido cuando aún muchos de los países del Cono Sur de América formaban parte del Reino de España. Hago esta precisión porque creo que muchas de las reflexiones y de las afirmaciones sobre Cereno que hace el capitán Amasa Delano, sólo expresan los prejuicios de Melville hacia la identidad y la cultura hispánica (lo español y los españoles). Subjetividades del autor que estima son encarnadas por el capitán Cereno. Una imagen,  a mi modesto entender, muy sesgada porque son los hechos, lo que cada uno hace, bien o mal, lo que debe definir a la persona, al individuo, y no la nacionalidad, su etnia, su cultura, lengua, ideología o fortuna material.

El suceso tuvo lugar en los mares del Pacífico Sur, en un navío mercante cuyo destino inicial era Lima, en el que se transportaba mercancía diversa. Entre esta última, así considerada, iba un valioso cargamento, propiedad de un amigo del capitán Benito Cereno, de esclavos de raza negra, compuesto por un centenar de personas, entre las que había niños. Cargamento cuya diversidad de composición llamó mi atención, pues había africanos recién llegados al Nuevo Mundo  que sólo entendían su propia  lengua. Mientras otros, nacidos ya en América, tenían educación escolar y hasta estaban bautizados en la Fe Cristiana. Entre éstos también figuraba algún  mestizo. (*)

El suceso y su final, con un desenlace realmente inesperado, resulta algo inverosímil, más bien fruto de la fantasía de su autor. Pero no fue así. En las últimas páginas de la novela se reproducen párrafos del acta del juicio seguido por las autoridades  para aclarar y determinar las responsabilidades de Benito Cereno y los supervivientes de su diezmada tripulación, en los hechos acontecidos. 19 de agosto de 1995.

 

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(*) 20.09.2014. Quiero hacer constar que entonces, 1995, el hecho de que entre el grupo de esclavos los hubiese nacidos, criados y formados en América, me llevó a la errada conclusión personal de pensar que “el amo”, tal vez, hubiera podido recibir dosis proporcional de su medicina de indolencia y crueldad hacia su prójimo. No. En aquella primera lectura no percibí aún  la extraordinaria maldad y el doblez del cabecilla, Babo, un personaje pérfido y muy astuto, que controlaba todo. Su interés personal era el objetivo único de la empresa que estaba llevando a cabo. Sus congéneres, incluidos los del mismo color de piel y situación de esclavitud, no tenían significado ni valor alguno para él, salvo para ser instrumentos suyos para alcanzar sus objetivos. Enfatizo, sus objetivos, los suyos propios y de nadie más.

Los “ Babos”  son pocos y raros, pero – como las meigas gallegas- , “"Puede y haberlos haylos."


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Más recientemente, releí esta novela, y posteriormente comenté. Me remito, pues, a los últimos comentarios.http://silvialeyendo.blogspot.com.es/p/benito-cereno.html
 

 

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