martes, 28 de julio de 2009

El Dios de la lluvia llora sobre México, de László Passuth(1)


Segunda lectura, la primera fue hace unos treinta años. Recordaba la trascendencia de Hernán Cortés en la gran gesta de la conquista de México.

Tras esta segunda lectura, como me ha ocurrido con otros libros releídos, surgen aspectos o personajes que antes pasaron desapercibidos, como Paplan, hermana carnal de Moctezuma II, la Señora de Tula, o de Tehuicpo, hija del emperador azteca y esposa principal de Guatemoc. Mujer bella de la cual Cortés se enamoró. Enamoramiento que fue, según se dice en la novela, la causa real de que Cortés hiciera matar a Guatemoc,(“Aguila que se abate”); y no, según luego alegó, acabar con un peligro cierto. Muchas son las decisiones tomadas por H. C. en la conquista del Imperio Azteca, difíciles de un juicio objetivo. No así su papel crucial jugado en la Historia y especialmente en la de España y en la del Nuevo Mundo.

De la ya aludida primera lectura, el pasaje que mejor recordaba, quizás por su alcance, fue el relativo al asedio al que los españoles sometieron a la ciudad de México, entonces Tenochtitlán, impidiendo la entrada de alimentos. Sobretodo su final, con los españoles, victoriosos, entrando con sus rostros tapados por trapos mojados en vinagre para paliar el olor de la putrefacción, en una ciudad destruida, repleta de moribundos y de muertos. ¡Triste y deprimente victoria!
Continúa.

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