domingo, 5 de febrero de 2012

La señora Dalloway, Virginia Wolf




Estuve a punto de abandonar la lectura de este libro, “La señora Dalloway”, porque se me hacía muy aburrido con sus minuciosas explicaciones y detalles sin contenido, a mi modo de ver,  sobre personas, calles, establecimientos, etc. de Londres. La notoriedad de su autora, Virginia Woolf, de quien no tenía nada leído, fue lo que me indujo a persistir un poco más en ello. Y no me arrepiento, puesto que a partir de la entrada en escena  del personaje de Peter Walsh se centra el tema y objeto de la narración, acelerando su ritmo. Novela muy singular. Las historias, porque son dos, involucra a dos parejas con, en común, nada sustancial, salvo la simultaneidad de sus existencias, en un mismo día y ciudad, Londres. Como casi todas las obras escritas por mujeres, que hasta ahora he leído, prima el tratamiento psicológico de los personajes, su sensibilidad, los prototipos humanos y las situaciones determinantes.
Una de las parejas protagonistas es un enfermo mental. La descripción de sus obsesiones y su final, suicidio, quizás fuera el medio usado por la autora de  plasmar su drama personal; porque, según leí en el prólogo del libro,  Woolf estuvo aquejada desde muy temprana edad por problemas psiquiátricos y terminó sus días suicidándose.
Por último, quiero comentar que, curiosamente, sentí mayor empatía con el personaje de Peter Walsh, un cincuentón fracasado, que con la Sra. Dalloway, una distinguida y fría señorona, tiesa y erguida en su pedestal. 3 de octubre de 1999

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