Su lectura me entusiasmó desde un principio . En
el prólogo del libro leí que Shakespeare había aprovechado esta obra para arremeter,
solapadamente, contra la tiranía del
poder absoluto; en el drama encarnado por César;
y en la realidad y momento del escritor, por los Tudor.Lejos de lo que el título puede
hacer pensar, los verdaderos protagonistas me parecieron Marco Antonio,
Casio y, más que todos, Bruto.
El dramaturgo inglés supo
plasmar el grave dilema de Bruto; quien ve enfrentados sus sentimientos hacia
César con su adhesión a la República. Régimen
que tiene en César un peligro cierto. Porque
muerto Pompeyo, sus
recientísimos logros en las colonias y la positiva predisposición del
pueblo romano hacia él, pueden ser aprovechados por éste para ceñirse la corona y
erigirse en monarca absoluto de Roma. Estas fueron las razones utilizadas por
Casio, inteligentísimo y ladino personaje, para urdir la maquinación que
acabaría con Julio
César. Conjura consistente en asesinarlo mediante su apuñalamiento por
todos y cada uno de los conjurados. ¡Veintitrés heridas fueron inferidas al
insigne patricio! Las mismas, según Shakespeare, del número de
los conjurados. Todos debían estar manchados con la sangre de César. 14 de
diciembre de 1996.
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