domingo, 27 de noviembre de 2011

La Perla, John Steinbeck




 “Las uvas de la ira”otra de las obras más afamadas de Steinbeck que se llevó al cine, la leí hará unos dos años, me gustó mucho y ello por su sencillez argumental, su realismo y cotidianidad. Es la historia de unos “desfavorecidos” y su lucha por sobrevivir.

La Perla, más que una novela, es una narración corta. Corta pero profunda. Sus protagonistas son gentes paupérrimas sobre las que se ceba, de modo ancestral, la injusticia en todas sus vertientes, social, económica y política. Y el azaroso hallazgo de la descomunal y maravillosa perla, lejos de proporcionarles la ansiada solución sólo les servirá para agravar esta terrible situación. Sus protagonistas, una joven pareja de indígenas mejicanos y su pequeño hijo, sus sentimientos y psicología, son descritos, según creo, de manera soberbia. Aunque sufrí con su lectura, el libro me gustó mucho.  17 de octubre de 1999

Las uvas de la ira, de John Steinbeck




Steinbeck recibió el premio Nobel de Literatura  en 1962.

Esta obra es una denuncia contra una injusticia social grave acontecida en el periodo entre guerras en EEUU, cuando numerosos campesinos arruinados, del estado de Oklahoma, tras la desertización de sus tierras y las consiguientes catástrofes atmosféricas, son instados por sus acreedores bancarios, dueños en esos momentos de aquellas extensiones de terreno, al abandono y marcha del lugar de origen.

Para explicarnos aquella situación, así como sus alcances, Steinbeck utiliza una familia, que cuando inician el éxodo hacia la quimérica California, está formado por todos sus miembros, padres, hijos, los abuelos paternos, un tío y también un ex – pastor protestante. En total trece personas. Colectivo que se va diezmando por la deserción de algunos de sus integrantes; los cuales son incapaces de continuar soportando los continuos y crecientes infortunios; en ocasiones, agravados por la  composición del grupo, ya que los abuelos son muy ancianos y la hermana es una recién casada que espera su primer hijo.

La llegada a California no pondrá fin a las calamidades y penurias de estos pobres campesinos, sino que aumentarán porque a la cruda realidad de que no hay trabajo para todos, añadirán el lastre del desprecio y la discriminación que los californianos sienten hacia ellos. Han sido engañados, vilmente manipulados con el objeto de favorecer el enriquecimiento, sin escrúpulos, de unos pocos (las compañías financieras). 18 de agosto de 1995.

27 noviembre de 2011: Leo en biografiasyvidas.com que esta novela de John Steinbeck“ surgió de los artículos periodísticos que Steinbeck había escrito sobre las nuevas oleadas de trabajadores que llegaban a California, y desató polémicas encendidas en el plano político y en la crítica, ya que fue acusado de socialista y perturbador. (…)
La prosa de Steinbeck (…) se sustenta en la piedad e interés del autor por los desfavorecidos de todo tipo(…)Otros le han adjudicado el mote de "novelista proletario" por su interés en las experiencias de las poblaciones de inmigrantes y los problemas de la clase obrera, añadido a su postura socialista o redentora. Por ejemplo, Las uvas de la ira ha sido catalogada como la novela más revulsiva de la década de 1930, pues provocó la reacción fervorosa y humanista de un amplio público opuesto a las clases conservadoras. Las ideas socialistas de Steinbeck estaban no obstante más relacionadas con la emancipación reformista evangélica del siglo XIX que con la literatura marxista(...)

viernes, 25 de noviembre de 2011

La zancada. Unos meses en la vida de una familia. Vicente Soto




Premio Eugenio Nadal 1966. Ediciones Destino, 1967. Está escrito en primera persona. El protagonista va contando los pormenores familiares de cuando tenía doce años. “La zancada”, título de la obra, alude al momento específico en que el niño madura y pasa a ver las cosas y seres que le rodean con una óptica diferente. Las circunstancias que propician este “salto” son la muerte de la abuela materna, bajo cuyo matriarcado viven las dos hijas y sus respectivos esposos e hijos y deben cumplir los designios testamentarios de dicha señora.
El lugar es un pueblo de Valencia, Alzira, en el primer cuarto del siglo XX, y los protagonistas son una familia acomodada que vive de las rentas percibidas por la matriarca.

Si bien el autor clasificó a los parientes en buenos y malos, siendo los primeros sus padres y los segundos sus tíos, creo que todos eran bastantes especiales, y no se escapan ni la primita ni él mismo.

En resumen, no me agradó mucho. 12 de mayo de 2003

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Áyax-Antígona- Edipo Rey, Autor Sófocles, siglos VII y VI A.C.




Es una selección de tres de las tragedias de Sófocles. Obra prologada por José María de Pemán e introducida por José Alsina.

Edipo Rey”  fue la que más me agradó, tanto por su temática como por la importancia del elemento trágico. Sus protagonistas son arrastrados por el destino; y la precognición o augurios recibidos no lo han evitado, sino más bien han contribuido a su consecución.

En un tiempo ya muy lejano, la literatura épica y  las tragedias griegas fueron objeto preferido de mis lecturas. Me gustaba e impactaba el modo tan solemne de expresar los sentimientos. Sentimientos, por otra parte, universales. 30 de diciembre de 1994
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23 de noviembre de 2011: A continuación, corto y pego unos párrafos leídos en biografíasyvidas.com, acerca de Sófocles por entender que ellos explican lo fundamental de la obra del célebre autor clásico griego.
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“Edipo rey es quizá la más célebre de sus tragedias, y así Aristóteles la consideraba en su Poética como la más representativa y perfecta de las tragedias griegas, aquella en que el mecanismo catártico final alcanza su mejor clímax. También es una inmejorable muestra de la llamada ironía trágica, por la que las expresiones de los protagonistas adquieren un sentido distinto del que ellos pretenden; así sucede con Edipo, empeñado en hallar al culpable de su desgracia y la de su ciudad, y abocado a descubrir que este culpable es él mismo, por haber transgredido, otra vez, la ley de la naturaleza y de la sangre al matar a su padre y yacer con su madre, aun a su pesar.

El enfrentamiento entre la ley humana y la ley natural es central en la obra de Sófocles, de la que probablemente sea cierto decir que representa la más equilibrada formulación de los conflictos culturales de fondo a los que daba salida la tragedia griega.”

domingo, 20 de noviembre de 2011

Hamlet, William Shakespeare




He pasado de no haber leído casi nada del célebre autor inglés, a,  en menos de un mes, leer tres de sus más famosas obras:” Romeo y Julieta,” Julio César” y “Hamlet”.

En Hamlet,  W.S. nos presenta  la angustiosa y difícil situación en que se halla el príncipe heredero del reino danés  tras la inesperada muerte de su padre,el rey,  en circunstancias extrañas. La inmediata boda de la madre con el  hermano y sucesor del monarca fallecido suscitará  recelos y sombríos presentimientos en el joven príncipe, los cuales le serán confirmados por las revelaciones del espectro de su padre, que vaga sin descanso debido a que no tuvo ocasión de prepararse y conciliarse con Dios  para su entrada en el más allá. El espíritu informará a Hamlet quién y cómo le mataron y le pide venganza.

La figura de Hamlet, ofrecida por Shakespeare en la obra, me resultó bastante chocante y hasta alejada de la realidad vulgar y corriente, o sea, la de cualquier mortal en parecidas circunstancias.  Especialmente su cambio de actitud hacia Ofelia y hacia el padre de ésta.   Me parecieron, repito,  irreales, sólo factibles en una ficción. Como tampoco encontré normales sus dudas y dilemas sólo para ver cómo decir al rey y a la reina que sabe toda la verdad acerca de la muerte de su padre. Se lamenta y se hace el loco, sin mostrar una  clara oposición . En resumen, no disfruté mucho con esta lectura. El personaje no me “enganchó”.

Quiero  resaltar que para Hamlet uno de los mayores agravantes  del asesinato de su padre era lo inesperado del suceso, pues  cogió al infeliz mortal  “bien comido y bebido” y, por tanto, en la situación más lejana a la conciliación con Dios, y consiguientemente, a la salvación de su alma. 29 de diciembre de 1996


20 de noviembre de 2011 La preocupación por la salvación mostrada aquí por Shakespeare, también la leí en una obra de Bécquer,  titulada “El Miserere”; y, también, en “Las tierras flacas” del mejicano Agustín Yáñez. En todas ellas, las almas de los que fueron sorprendidos por una muerte inesperada que les impidió el arrepentimiento y  conciliarse con Dios vagan, eternamente, en pena. A este respecto copio y pego párrafos de “El Miserere” de Bécquer :
“-Lloraba yo en el fondo de mi alma la culpa que había cometido; mas al intentar pedirle a Dios misericordia, no encontraba palabras para expresar dignamente mi arrepentimiento, cuando un día se fijaron mis ojos por casualidad sobre un libro santo. Abrí aquel libro y en una de sus páginas encontré un gigante grito de contrición verdadera, un salmo de David, el que comienza ¡Miserere mei, Deus!(*) Desde el instante en que hube leído sus estrofas, mi único pensamiento fue hallar una forma musical tan magnífica, tan sublime, que bastase a contener el grandioso himno de dolor del Rey Profeta.”
-Las gentes de los contornos se escandalizaron del crimen: de padres a hijos y de hijos a nietos se refirió con horror en las largas noches de velada; pero lo que mantiene más viva su memoria es que todos los años, tal noche como en la que se consumó, se ven brillar luces a través de las rotas ventanas de la iglesia; se oye como una especie de música extraña y unos cantos lúgubres y aterradores que se perciben a intervalos en las ráfagas del aire. Son los monjes, los cuales, muertos tal vez sin hallarse preparados para presentarse en el tribunal de Dios limpios de toda culpa, vienen aún del purgatorio a impetrar su misericordia cantando el Miserere.

“(…)pero ¿qué hacéis? ¿Adónde vais con una noche como ésta? ¡Estáis dejado de la mano de Dios! -exclamaron todos al ver que el romero, levantándose de su escaño y tomando el bordón, abandonaba el hogar para dirigirse a la puerta.

-¿A dónde voy? A oír esa maravillosa música, a oír el grande, el verdadero Miserere, el Miserere de los que vuelven al mundo después de muertos, y saben lo que es morir en el pecado.
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sábado, 19 de noviembre de 2011

Romeo y Julieta, William Shakespeare


Edición de bolsillo de Bruguera Libro Clásico con introducción de Cándido Pérez Gallego y traducción de Luis Astrana Marín, edición septiembre, 1980. El libro contiene dos de las más conocidas obras de Shakespeare:  “Romeo y Julieta” y “Julio César”.

Al principio, cuando comencé a leer la obra, los diálogos entre los amigos de Romeo me desagradaron, no les hallaba interés alguno; me parecían las conversaciones propias de unos pendencieros, vacías y hasta algo chabacanas. Llegué a interrumpir su lectura. Las prisas de la primera hora de la mañana, cuando piensas que se te escapa el metro, y tener sólo este librillo a mano, me obligaron a continuar con su lectura. El tema es, creo, universalmente conocido: el enamoramiento, el apasionado amor nacido entre los jóvenes herederos y respectivos hijos únicos de dos familias nobles de Verona que son enemigas. Antagonismo cuyas causas  se desconocen, no se explican en la obra, pero alcanza a la servidumbre, a los amigos y también a los allegados de ambas familias, separándoles y alineándolos en uno u otro bando. La intransigencia del entorno, como es de esperar,  propiciará un trágico final para la pareja de enamorados. 8 de diciembre de 1996 
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19 de noviembre de 2011 Pienso que la disolución de las costumbres y el relajo en las relaciones amorosas imperantes entre buena parte, o al menos parte de la sociedad española, incluidos los muy jóvenes y adolescentes,  haría imposible la notoriedad de obra similar a esta de Romeo y Julieta, que exalta el amor  . En su lugar, el insigne dramaturgo habría de recurrir para asegurarse el éxito de taquilla, o los laureles de la fama,  a la representación de los dramas y tragedias a que finalmente nos llevan los instintos  y  pasiones desenfrenados, es decir, a cantar sucesos más bien propios de crónicas negras. ¡Qué mal vamos, en todos los órdenes!