jueves, 29 de diciembre de 2011

Del sentimiento trágico de la vida en el hombre y en los pueblos. Miguel de Unamuno.




Colección de bolsillo con introducción crítica de Fernando Savater, conocido escritor de temas filosóficos.

Libro poco voluminoso pero muy denso. Su contenido se distribuye en doce capítulos, cuyos seis primeros contienen las teorías que rechazan o, al menos, ponen en muy serias dudas la existencia del alma y su inmortalidad. Esta primera parte fue para mí pesada, por la densidad de los contenidos de los planteamientos filosóficos citados por Unamuno, así como la réplica, su réplica. Muchos fueron los pasajes que hube de releer, muy despacito, para asumir o comprender lo que el autor defendía.
Las citas  y  transcripciones de los razonamientos  de filósofos de todos los tiempos son numerosas. Algunas veces sólo nombrados y en mayor número de ocasiones criticados como los que a modo de ejemplos a continuación detallo: Spinoza(al que Unamuno denomina “el judío portugués); el idealista Platón; Kant; San Agustín; Santo Tomás de Aquino y su escolástica, etc., etc.
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La segunda parte, es decir, los seis últimos capítulos fueron más amenos y, según creo, comprenden las tesis argumentales de Unamuno respecto al alma y su inmortalidad, que pasa por una explicación del sentido religioso, de la fe, de Dios, de Jesucristo, de lo divino y la divinización, de la imposibilidad de ceñirse a criterios lógicos  y racionales para explicar algo que está en otro, llamémoslo, orden. Incluso llega a mencionar la escala o escalafón de los espíritus intermedios, o sea, los Ángeles. Desde luego, tras la lectura de esta segunda parte, concluyes que Don Miguel de Unamuno fue un ferviente creyente, pero que, seguramente, atravesaría  y superaría serios y angustiosos debates racionales.

Su estilo también llama la atención: está orgulloso, muy orgulloso de ser vasco y español. Precisamente, lo último del libro, cuando se refiere o introduce a la figura de Don Quijote como un elemento más de su argumento, a mi modo de ver, es forzado y nada lógico, o si se prefiere “convincente”. 13 de octubre de 1995.

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