Es una segunda lectura. La primera fue hace ya más de treinta años. De entonces, recordaba a su protagonista, un joven catalán y cómo la desidia de sus gobernantes llevó a España, a la otrora imperial nación, a la pérdida de sus últimas colonias en América: Cuba y Puerto Rico. En especial, quedaron, retenidos en mi mente, los reparos y la lucha del Almirante Cervera. El cual, conocedor de la incapacidad de la flota española para arrostrar la misión encomendada, lo advirtió reiteradamente a sus superiores. Obviamente, sin éxito alguno. Y, también, el final de esta novela histórica. Es decir, la ingratitud y la falta de reconocimiento general de la Nación, la nación española al completo, gobernantes y gobernados, a la gesta de aquellos bravos infelices, héroes todos, los héroes de Cuba, a los que la novela debe su título: la masa de soldados y marinos mandados a la Cuba insurgente, españoles del montón, los eternamente utilizados y posteriormente, con toda intencionalidad, son olvidados.
Disfruté mucho con esta segunda lectura. Los hechos relatados son los inmediatamente anteriores y posteriores a la Guerra Hispano Estadounidense, en el 1898. Se detalla, a mi entender con amplitud, el contexto histórico en que se desarrolló, tanto en la Península como en la Isla de Cuba; resaltando aquellos hechos y circunstancias imprescindibles para su entendimiento: como , por ejemplo, los que tenían dinero, se pudieron librar de la obligación del servicio militar mediante pago. O sea, a Cuba y luego a Filipinas, fueron – como siempre- los del pueblo llano; el fusilamiento de los anarquistas acusados de los atentados terroristas del Liceo de Barcelona, el asesinato de Cánovas, etc. Ya en Cuba, se citan personajes españoles importantes que estuvieron y/o participaron en los diversos alzamientos y guerras de los cubanos por lograr su independencia de España. Entre estos personajes famosos de la Historia de España, aparecen, Miguel Primo de Rivera, que más tarde fue dictador, el Dr. Ramón y Cajal (Nobel de Medicina)y Ramiro de Maetzu.
En resumen, la lectura de este libro induce a la interpretación del dicho - hoy, creo, en desuso - “Más se perdió en Cuba”: el fin de un imperio(época) en donde un día ya lejano, su rey, Felipe II, dijo que en sus posesiones no se ponía nunca el Sol. Marzo de 1994
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Julio 2009: Transcurridos otros cien años desde aquel 1898, asistimos impávidos a la descomposición aun mayor de lo que quedó entonces de España. Muchas son las condiciones y las circunstancias que siguen vigentes, como, por ejemplo, la incuria de sus gobernantes y dirigentes. El desgobierno o desafuero existente en las relaciones entre gobernantes y gobernados fruto de la falta de una administración pública rigurosa cuya gestión se apoye sobre criterios de economicidad de los recursos públicos, así como la igualdad y solidaridad entre los gobernados. La corrupción, bastante generalizada, en los más diversos ámbitos de la vida pública, en sus instituciones, en lo económico, lo político y lo moral. Los principios no cuentan, no tienen valor alguno, sólo impera el egoismo y la avaricia de los poderosos en sus negocios particulares por un fácil enriquecimiento. A todo lo cual hay que añadir la imponderable ayuda de los mal llamados medios de comunicación, agrupados a uno u otro lado de las facciones político-económicas que quieren repartirse los despojos del ente español, que, con impunidad y descaro absoluto, manipulan, tergiversan u ocultan la realidad de los hechos . Y todo ello pasa ante un pueblo indolente y amorfo que mira a otro lado sin exigir responsabilidades a quienes están obligados a darlas.
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Julio 2009: Transcurridos otros cien años desde aquel 1898, asistimos impávidos a la descomposición aun mayor de lo que quedó entonces de España. Muchas son las condiciones y las circunstancias que siguen vigentes, como, por ejemplo, la incuria de sus gobernantes y dirigentes. El desgobierno o desafuero existente en las relaciones entre gobernantes y gobernados fruto de la falta de una administración pública rigurosa cuya gestión se apoye sobre criterios de economicidad de los recursos públicos, así como la igualdad y solidaridad entre los gobernados. La corrupción, bastante generalizada, en los más diversos ámbitos de la vida pública, en sus instituciones, en lo económico, lo político y lo moral. Los principios no cuentan, no tienen valor alguno, sólo impera el egoismo y la avaricia de los poderosos en sus negocios particulares por un fácil enriquecimiento. A todo lo cual hay que añadir la imponderable ayuda de los mal llamados medios de comunicación, agrupados a uno u otro lado de las facciones político-económicas que quieren repartirse los despojos del ente español, que, con impunidad y descaro absoluto, manipulan, tergiversan u ocultan la realidad de los hechos . Y todo ello pasa ante un pueblo indolente y amorfo que mira a otro lado sin exigir responsabilidades a quienes están obligados a darlas.
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