jueves, 18 de junio de 2009

Diario de una buena vecina, de Doris Lessing


Leí la sinopsis de la tapa y me pareció interesante. Luego, iniciada su lectura, cambié de opinión y lo dejé. Más adelante decidí continuar y, para sorpresa mía, según avancé en su lectura me entusiasmó más. Es un libro sobre mujeres, distinto a lo que hasta ahora he leído. Sus protagonistas, Janna una mujer madura y la Sra. Fowler, una nonagenaria son radicalmente opuestas; no sólo por la diferencia generacional , sino por extracción social, religión, etc.

Cuando digo que ha sido distinto, digo que versa sobre aspectos elementales de la vida cotidiana de seres corrientes. La acción se desarrolla en Londres, sin embargo, las circunstancias, los entornos laborales, los problemas de la vejez, y otros hechos allí relatados, que ahora no me vienen a la memoria, podrían acontecer bien en Madrid o en Barcelona. De todos ellos, sin embargo, los que calaron más en mi ánimo fueron la descripción del abandono y de la suciedad en que vivía la anciana, su tozudez, acidez en el trato, sus celos y sus muchos recelos. De cómo se apilaban, desordenadas, las ropas y trapos en los armarios u otros lugares. Los mugrientos cuarto de aseo (que se componía sólo del inodoro) y de la cocina. Ésta pringada de aceites y humos, con vasos, platos y cacharros sucios o semi sucios, acumulados y rotos. La autora, Doris Lessing, aclara que este triste panorama deriva de la incapacidad y merma de posibilidades fruto del envejecimiento y de la enfermedad de la anciana, no por su pobreza; situación que siempre le había acompañado. Pienso que el interés de esta novela está justamente en denunciar la triste realidad en la que se marchitan muchos de los ancianos en nuestras avanzadas sociedades occidentales de consumo. Porque la ficción descrita en el libro, quien quiera puede verla en su entorno inmediato, como por ejemplo en Barcelona, en donde hay múltiples ancianos que viven en condiciones parecidas, solos, sin nadie que les asista y malviviendo de una escasa pensión de alrededor de los cincuenta mil pesetas mensuales, mientras la administración pública mira a otro lado. ¡Qué injusto y también qué triste! 24 de julio de 1998.
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Junio 2009
Justamente, en el telediario del mediodía, visto en TV3, el canal autonómico, daban una noticia-reportaje sobre una anciana, de esas muchas y muchos que viven solos porque no tienen a nadie que se ocupe dignamente de ellos, que había sido engañada y manipulada para vender a su vecina el único bien que poseía que era su vivienda. Con alevosía y premeditación evidentes. En una de las imágenes mostradas se veía una página de una escritura con un precio de compraventa, totalmente ridículo. Y yo me pregunto, si hubo compraventa ante un notario, el notario, el fedatario público que intervino ¿no debió advertir a la anciana del más que probable engaño del que podía ser víctima?¿no es ésta una de las funciones del fedatario público ?

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