El amor fue otro de los aspectos descubierto en esta tercera lectura, porque, hasta ahora, Esteban no había existido para mí. Este personaje se enamora de su prima Sofía, la cual ha sido para él prima,hermana, madre y enfermera, cuando, después de unos diez años de separación, regresa a Cuba, a La Habana, a su casa, con su familia. Entonces es un extraño. El que regresa es un hombre curtido por los desengaños fruto de los hechos de la vileza humana, especialmente personificados por Víctor Hugues. Sin embargo, este sujeto sigue siendo para sus familiares un paradigma; un paladín de la lucha por los derechos humanos extensibles a todos los seres sin distinción.
Por otro lado, a Cuba, como al resto de las colonias españolas y aunque desfasados, han llegado los panfletos revolucionarios, elaborados bajo la batuta de Hugues y esparcidos sabiamente por la América Hispana. Y, como siempre, estas proclamas llegan y son asumidas en primer lugar por las clases ilustradas; representadas, casi siempre, por las oligarquías dominantes, controladoras de los bienes y riquezas de las sociedad en cuestión. Así, tenemos que Carlos, Sofía y su marido( Sofía se ha casado con un rico heredero de una de las familias más poderosas de la sociedad colonial) se enfrentan ideologicamente a Esteban. Dándose el contraste que los poseedores de grandes extensiones de tierra, los que tienen los ingenios azucareros y consecuentemente, las grandes negradas esclavas defienden la igualdad, libertad y fraternidad preconizadas por la Revolución Francesa, frente a un Esteban que, en vivo y en directo, ha visto sucumbir ideas y personas zambullidas por el maremagno de las contradicciones dimanantes del enfrentamiento de sus ideologías con sus intereses económicos o políticos.
Me pareció encantadora la paciencia del enamorado Esteban ante el convulsivo rechazo del primer momento mostrado por Sofía.
Tardé más de dos meses en releerlo. 1 de junio de 1998
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