“El Club de las primeras esposas”, de Olivia Goldsmith, es una voluminosa novela que alguien me prestó. Su argumento fue llevado al cine; película que imagino habrá sabido deleitar al público por el interés de la situación de las tres, mejor dicho, cuatro protagonistas. Las cuales, aunque encarnan tipos de mujer bien distintos, coinciden todas en ser esposas“mayorcitas” que sus esposos han reemplazado o piensan reemplazar por mujeres más jóvenes. El principio que guiará sus acciones- según reiteradamente expone la autora – es “ la venganza corresponde a los débiles, pero la justicia es de los fuertes”.
Algunas de las situaciones leídas,al menos así lo creo, son propias o posibles sólo en la sociedad norteamericana. Otras, sin embargo, son universales; se dan en cualquier lugar y tiempo. Como aquellas en las que el hombre utiliza a la mujer para enriquecerse y escalar posiciones más altas de poder y/o sociales( matrimonios de conveniencia). Las de la mujer anulada, envilecida y humillada por un hombre, en muchos casos, inferior a ella. Las del atropello psíquico y, el más cobarde , o sea, el físico, que suele darse en todas las capas sociales, desde las más bajas y pobres - en estos casos, quizás, más fáciles de entender por el embrutecimientos de sus costumbres y la falta de instrucción, tanto de ellas como de ellos. Injustificable, sin embargo, y más odioso , si cabe, cuando tiene lugar en ambientes llamados superiores de intelectuales y profesionales de rango. También es descrito el poco aprecio que muchos de estos “mamarrachos” dan a la abnegación y verdadero instinto maternal mostrado por sus esposas, o a sus actitudes virtuosas , calificándolas de “estrechas” o frígidas. Goldsmith tampoco olvidó reflejar el cuidado del aspecto físico, lo cual parece relegado a la condición femenina. Ellas son las que deben procurar no ganar kilos, estar siempre bellas y, lo más imposible aún, no envejecer. Mientras ellos, los del género masculino, pueden permitirse la licencia de engordar y lucir airosos sus enormes abdómenes, quedar calvos y en alguna que otra ocasión, hasta prescindir del elemental aseo e higiene corporal. Estas denuncias son las que dan interés a la novela. En otros aspectos, pienso, su autora, Olivia Goldsmith, ha seguido el guión común entre muchos escritores de contar sus historias con numerosos párrafos de subido tono y detalles hasta groseros. Supongo que porque así lo recomiendan determinados editores para vender( ¡Vender porquería, claro está!). 6 de diciembre de 1997
No hay comentarios:
Publicar un comentario