Lectura cuaresmal. Hace ya unos cuantos
años decidí leer durante la Cuaresma la vida de Jesucristo.
Y con este fin cogí los Cuatro
Evangelios, atribuidos respectivamente a los evangelistas Marcos,
Mateo,
Lucas
y Juan,
pero leyéndo cada uno de ellos, sólo a partir de la celebración de la pascua
judía. Es decir, última Cena, oración en el huerto, etc. hasta su Resurrección
y Gloria. Cuatro versiones diferentes de la misma historia. Empecé, por el Evangelio
según San Juan. Fue el que más me impactó, por su estilo directo como
testigo presencial y alusiones específicas a su persona.
En los cuatro Evangelios, el apóstol más citado
es Pedro ,
así como su famosa negación de Jesús, por tres veces, antes de que cantase el
gallo. Pero también se resalta su amargo dolor al recordar el vaticinio de Aquél
en este sentido. ¡Qué rigor, pienso, en
su expresión! De lo cual resulta fácil comprender el dolor y la amargura de
Pedro, al recordar su palabrería de antes, seguida, más tarde, por su cobardía,
su derrota, su frustración. Pero, en suma, simplemente, ¡humano, muy humano!
Esta fiel coincidencia de los cuatro
Evangelios cuando cuentan la negación de Pedro y su posterior llanto y
arrepentimiento acaso sea para que tengamos claro que la Divina Misericordia
estima y valora nuestras intenciones verdaderas más que nuestras limitadas y
reales acciones .
En cuanto a Jesucristo, la
lectura de los Evangelios
me inducen a pensar que los momentos anteriores a su procesamiento fueron los
de mayor sufrimiento, después de la Cena de Pascua, cuando se retira a orar y
se queda solo. Solo puesto que sus discípulos, todos, se duermen, incapaces de
acompañarle en aquellos últimos momentos de angustia máxima y de zozobra, con
incluso, - se lee- lágrimas de
sangre. ¡Qué contrasentido para nuestra común mentalidad que el tan
esperado Mesías, el
enviado de Dios para salvarnos, haya de pasar y pase por toda aquella sarta de
escarnios y humillaciones y, principalmente, su postura estoica como respuesta:
¡solo, correcto, fuerte en su humana
debilidad ! 6 de junio de 2000
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